El cuerpo de una mujer embarazada sufre cambios importantes en un espacio corto de tiempo. A medida que avanza la gestación, tu cuerpo va asumiendo desajustes ocasionados por cambios fisiológicos, anatómicos y psicológicos.
Estar embarazada no supone estar enferma, quítatelo de la cabeza. Todavía seguimos oyendo esta afirmación totalmente errónea, ya que esta más que demostrado que una mujer embarazada si esta sin hacer nada, quieta en casa, tiene mayores riesgos de complicaciones. Esto sucede debido a los cambios fisiológicos producidos a nivel hematológicos y cardiovasculares, totalmente obesogénico.
Pero aún existen más cambios en tu cuerpo. Se producen cambios en tu sistema respiratorio, en tu sistema digestivo y en tu sistema endocrino. Sin embargo, los más observables para ti son aquellos cambios musculoesqueléticos, es decir los cambios físicos.
Ahora te explicare de forma progresivas los cambios que se producen en tu cuerpo desde el primer momento y a lo largo de tu embarazo:
Uno de los mayores cambios existentes, no percibidos y ocasionados desde el primer momento es el aumento de tus hormonas.
Las hormonas son las causantes de todos los cambios que se dan en tu cuerpo. Iniciarán a realizar sus diversas funciones como, por ejemplo: aumentar la temperatura de tu cuerpo, desarrolla las células para producir leches en las mamas, aumenta el crecimiento del útero, aumenta la retención de líquidos, etc.
Aparece un desnivel entre componentes de la sangre (volumen plasmático y glóbulos rojos) provocando mayor riesgo de problemas cardiovasculares como más riesgo de trombos. Esta desproporción propia del embarazo provoca una anemia fisiológica del embarazo existente en todas las mujeres embarazadas.
El problema aparece si esta disminución se da en exceso llegando a producir una anemia patológica.
El aumento del volumen sanguíneo total tiene la necesidad de circular con mayor rapidez por ello, aumenta tu frecuencia cardiaca. En la primera mitad del embarazo disminuye la presión arterial volviéndose a normalizar a posteriori.
Tu corazón se irá desplazando hacia la izquierda para dejar espacio y la circulación sanguínea se verá afectada debido a la comprensión del bebé ejercida en la pelvis. Esta presión puede llegar a provocar edemas, hinchazón en las piernas y arañas vasculares entre otros.
El espacio habilitado para el movimiento diafragmático y la musculatura respiratoria se va a ver más afectada a medida que crece el bebé.
Sin embargo, desde el inicio aparecerá esa sensación de disnea respiratoria debido a la elevación del diafragma y incremento de su diámetro.
La presión de las vísceras y la relajación del esfínter produce un reflujo gastroesofágico más acentuado dependiendo de las posiciones establecidas, así como es muy presente el estreñimiento al no poder facilitar el movimiento del estómago.
A medida que crece el bebé aumentará la presión sobre tu vejiga, disminuyendo su capacidad y aumentando la frecuencia miccional.
Pueden producirse infecciones urinarias debido a la relajación de la uretra y presión fetal. Se trata de patologías habituales en el embarazo y en caso de padecerlas se debe acudir al médico para ser tratado y evitar mayores complicaciones.
Pero incluso, pueden producirse incontinencias urinarias debido a la relajación muscular de la zona, así como una inadaptación del suelo pélvico a sostener el peso de tu bebé.
Debido al crecimiento de tu barriga y de tus mamas se producirás un desplazamiento hacia delante de toda la estructura corporal. Tu cuerpo deberá adaptarse constantemente equilibrando el cuerpo y realizando las siguientes acciones:
Las emociones que experimentarás serán múltiples causadas por tus hormonas gestacionales que te harán vivir y ser como dijo Kittzinger (1996), un “Río de Emociones Conflictivas”.
Se mezclarán diversas sensaciones y emociones tales como: triunfo, preocupación, dudas, crisis de autoestima y autoconfianza e incluso, cambios en la autoimagen.
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